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La salud emocional
de los universitarios
Desafíos, riesgos y estrategias de afrontamiento

BIENESTAR
La salud emocional es clave para la vida universitaria.

REGULACIÓN
Gestionar emociones fortalece la adaptación y resiliencia.

ADAPTACIÓN
Superar desafíos transforma la vulnerabilidad en crecimiento.

PREVENCIÓN
Detectar riesgos a tiempo salva vidas y mejora el futuro.
BIENESTAR
Descubre cómo proteger tu equilibrio
En NICAN tenemos como línea de investigación profundizar sobre los factores que influyen en el bienestar psicológico de los estudiantes y las amenazas de perderlo, en este escrito compartimos parte de lo que hemos aprendido con nuestros hallazgos.
La vida universitaria, representa una travesía emocional profunda para los estudiantes pues además de ser una apuesta para el bienestar futuro pone a prueba la capacidad adaptativa y los recursos psicológicos para enfrentar; exigencias académicas, presión social, incertidumbre, nuevos entornos. El impacto de esta mezcla de factores, entre otros, puede desembocar en malestar psicológico. Comprender los mecanismos que subyacen a las dificultades emocionales experimentadas por los estudiantes e identificar estrategias eficaces para su afrontamiento es fundamental para su abordaje y prevención.
EMOCIONES
El peso de la emoción y los procesos psicológicos
Procesos psicológicos como la regulación emocional o la generación de motivación para la acción tienen un papel relevante en la vida cotidiana de los universitarios. Cuando estos procesos quedan comprometidos pueden emerger síntomas de malestar como, la imposibilidad de establecer vínculos significativos o de encontrar sentido a las actividades diarias que pueden agravarse ante situaciones estresantes, falta de apoyos sociales o presencia de eventos vitales adversos.
Una preocupación máxima en la investigación reciente es el riesgo suicida entre jóvenes estudiantes, se sabe que la desesperanza, la desvalorización personal, así como dificultades para gestionar emociones intensas son variables que intervienen en este riesgo. En particular, se observa que conductas autolesivas o pensamientos suicidas se relacionan con la supresión, evitación o intensificación descontrolada de emociones negativas contribuye a incrementar el riesgo de conductas. La incapacidad de experimentar gratificación ante actividades previamente placenteras es especialmente frecuente en quienes presentan sintomatología depresiva.
PREVENCIÓN
Intervenciones clínicas y prevención: claves para el bienestar
Los expertos señalan que para reducir los síntomas depresivos y mejorar el estado emocional es importante implementar intervenciones orientadas a fortalecer habilidades de regulación emocional, estrategias como la aceptación de emociones dolorosas, el contacto consciente con el malestar, la búsqueda activa de fuentes de significado y la gratificación personal. Especialmente en un enfoque transdiagnóstico, ha mostrado beneficios no solo en la disminución de la depresión, sino también en el aumento del afecto positivo.
En contextos universitarios, la detección temprana de estudiantes en riesgo permite poner en práctica intervenciones multidisciplinares, combinando la atención psicológica con tratamientos específicos adaptados a cada caso, por ejemplo, aunque la depresión y el riesgo suicida comparten bases emocionales su abordaje requiere matices específicos.
El valor de las intervenciones breves y focalizadas ha quedado demostrado en diferentes estudios, donde la identificación de casos graves durante el seguimiento no se tradujo en consecuencias fatales, reflejando la eficacia de estos programas incluso en contextos preventivos.
RESILIENCIA
El proceso de adaptación: de la vulnerabilidad a la resiliencia
La adaptación progresiva a las exigencias académicas y personales de la vida universitaria presenta peculiaridades, se ha observado que los estudiantes de cursos superiores presentan menores niveles de estrés, lo que podría indicar una mayor capacidad adaptativa a medida que avanzan en su formación. El desarrollo de autoconfianza y la tolerancia al fracaso son elementos que, con el tiempo, contribuyen a reducir la ansiedad, el insomnio y los sentimientos de insuficiencia que pudieron presentarse en los cursos iniciales.
Sin embargo, este esperado proceso de adaptación no es generalizado. Tanto los estudiantes de primer año como los de último curso suelen ser los más vulnerables emocionalmente porque el inicio de la vida universitaria exige una rápida asimilación de nuevas rutinas y expectativas, mientras que el cierre del ciclo académico trae consigo la presión de las decisiones futuras y la despedida de una etapa vital, etapas que pueden activar una respuesta de malestar psicológico en incremento.
Se espera que en un proceso normo evolutivo avanzar en la carrera universitaria actúa como un factor protector frente al malestar psicológico, ya que el estudiante adquiere estrategias emocionales más sofisticadas y una percepción de competencia más robusta. No obstante, perduran interrogantes sobre qué variables facilitan o dificultan esta adaptación natural y que deben ser exploradas a profundidad en futuras investigaciones junto a otras como el apoyo social, la flexibilidad curricular y las condiciones de ingreso.
ACCESIBILIDAD
Presencialidad vs. virtualidad: ¿importa el formato de la intervención?
La pandemia del COVID-19 y la digitalización acelerada han puesto sobre la mesa el debate sobre la efectividad de las intervenciones psicológicas en formato virtual frente a las tradicionales sesiones presenciales. Los estudios realizados hasta la fecha indican que no existen diferencias significativas en términos de resultados clínicos entre ambos formatos. De hecho, la atención virtual se revela como una alternativa viable y eficaz para abordar el malestar emocional en la población universitaria.
Aunque muchos estudiantes manifiestan preferencia por la terapia presencial, las intervenciones virtuales guiadas por terapeutas se consideran igualmente aceptables, en especial en situaciones donde existen barreras como el estigma, la falta de tiempo o recursos limitados. La clave parece residir más en la calidad del vínculo terapéutico y en la estructura de la intervención que en el formato de entrega.
Mirando al futuro:
retos y recomendaciones
Con base en lo anterior es importante potenciar acciones que faciliten la regulación emocional, fomenten el apoyo social y promuevan la flexibilidad en los entornos universitarios. Proveer a los estudiantes de habilidades de afrontamiento, sensibilización sobre la importancia de la salud mental y la eliminar el estigma asociado a pedir ayuda resultan pasos necesarios para construir una universidad más saludable.
En definitiva, el bienestar emocional de los universitarios depende de una compleja red de factores individuales, sociales e institucionales. Reconocer los momentos de mayor vulnerabilidad y actuar con estrategias preventivas y personalizadas es la mejor garantía para que esta etapa formativa se convierta en una experiencia enriquecedora y no en un obstáculo insalvable.
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